lunes, 2 de marzo de 2009

"84, Charing Cross Road". Helene Hanff


BIOGRAFÍA

Helene Hanff nació en Filadelfia el 15 de abril de 1916 y falleció en Nueva York el 9 de abril de 1997.

A lo largo de su carrera como escritora desarrolló tareas de guionista para algunos de los primeros dramas televisivos en Estados Unidos y fue también colaboradora profesional de periódicos del prestigio del New Yorker.

Llamó a sus memorias (1961) "Underfoot in Show Business," y narraba la lucha de un escritor joven y ambicioso que se quería hacer un lugar en el mundo del teatro de Nueva York en los años cuarenta y cincuenta. Trabajó también como publicista y empleó muchos veranos de su vida en los teatros de la Costa Este de los Estados Unidos, escribiendo obras que serían admiradas por algunos productores de Broadway pero que por alguna razón nunca llegaron a ver la luz. Escribió y editó textos de una gran variedad aunque acabó trabajando fundamentalmente para revistas, y eventualmente en los libros que forjaron su reputación.

Su libro más conocido fue publicado por primera vez en 1970: “84 Charing Cross Road” narra sus 20 años de correspondencia con Frank Doel, el principal comprador de Marks Co., una librería londinense, del cual ella dependía para conseguir los clásicos y los títulos de la literatura británica que despertaron su pasión por la literatura y la escritura. Llego a estar íntimamente relacionada con las vidas del personal de la tienda, enviándoles comida durante la escasez de la postguerra y compartiendo con ellos los detalles de su vida en Manhattan. Debido a dificultades financieras y su aversión a viajar, pospuso su visita a sus amigos en Inglaterra hasta que fue demasiado tarde; Doel murió en diciembre de 1968, y la librería cerró eventualmente.

Hanff visitó finalmente Charing Cross Road y la vacía (pero aún en pie) librería en el verano de 1971, un viaje grabado en su libro de 1973 “The Duchess of Bloomsbury Street”. Más tarde se obsesionó con el erudito británico Sir Arthur Quiller-Couch lo que quedó reflejado en el libro llamado “Qs Legacy” (El legado de Q). Escribió otros libros como “Apple of My Eye” (La manzana de mis ojos), una guía idiosincrática de Nueva York, y “A Letter from New York” (1992) (Una carta desde Nueva York), cuyas negociaciones le dieron un espacio en la BBC en “la Hora de las mujeres” entre 1978 y 1985.

El libro “84 Charing Cross Road”, fue llevado al cine en 1987. Helene Hanff fue interpretada por Anne Bancroft, mientras que Anthony Hopkins hizo el papel de Frank Doel. Anne Jacksonn había interpretado anteriormente a Hanff en 1975, en una adaptación del libro para la televisión británica. Ellen Burstyn interpretó el mismo papel en Broadway en el Teatro Nederlander en Nueva York.

Hanff, que nunca ocultó su afición a los cigarrillos y martinis, desarrolló diabetes, que fue lo que causó su muerte. El edificio de apartamentos donde vivió, el 305 E. de la calle 72 ha sido llamado "Charing Cross House" en su honor. Una placa de bronce junto a la puerta principal conmemora su residencia y la autoría del libro.



Helene Hanff

En España Isabel Coixet, la directora de cine, llevó la obra de Helene Hanff al teatro. A continuación os adjuntamos dos textos escritos por ella.

84, Charing Cross Road

Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Una mujer inteligente, solitaria, culta, atrincherada en un apartamento pequeño y atestado de libros y ceniceros: Helene Hanff.

Londres: una ciudad donde todavía pueden observarse los cráteres de las bombas, donde hay que guardar tres horas de cola para comprar dos chuletas de cordero y donde una docena de huevos hace saltar las lágrimas de las ancianas.

Un inglés reservado, meticuloso, trabajador, casado con una mujer tan silenciosa como él: Frank Doel.

Helene Hanff descubre un pequeño anuncio en el Saturday Review de una librería de Londres especializada en libros de segunda mano. Decide escribir a esa librería pidiendo ediciones difíciles de encontrara un precio módico en Nueva York.

Le contesta un circunspecto Frank Doel, fiel empleado de esa librería. De ese modo se inicia una correspondencia que durará veinte años, donde Helene y Frank Doel hablan de libros y libras, autores olvidados, harina, huevos, peniques, centavos, penas, alegrías, esperanzas, sueños, las insignificantes minucias que conforman dos vidas.

La alegría, el humor, el ingenio, la efervescente personalidad de Helene contrasta con la aparente fría corrección británica a ultranza de Frank Doel.

Pero el vínculo que les une, el amor a los libros, es más fuerte que sus diferencias y va haciéndose más profundo cada año que pasa. La intimidad conseguida por este par de almas solitarias es más rica, más vívida, más real que ese océano que les separa y que ninguno de ambos se atreve a franquear.

El poder de evocación de este texto es fascinante: a medida que avanza la obra, el peso de las palabras no dichas, de las cosas que ninguno de ambos menciona, pero cuya ausencia se hace más y más presente en la obra, es un elemento que juega tierna y hábilmente con el espectador, llevándole más allá de los confines del apartamento de Helene y de ese lóbrego pero luminoso 84, Charing Cross Road, donde consume sus días Frank Doel.

“84, Charing Cross Road es la historia de dos almas solitarias unidas por una pasión: la pasión por la lectura, por los libros, por esas ventanas hacia otras vidas que nunca nos dejan de fascinar.

Isabel Coixet

Yo viví aquello. Yo me emocioné”

Siempre he contemplado el teatro con el mismo respeto reverencial con el que he considerado la literatura. Resulta pues paradójico que la primera obra teatral en la que trabajo sea una obra que habla, entre otras cosas, del amor, de la fascinación que ejercen sobre nosotros los libros. Pero desde el momento en que leí (en su formato original) la obra de elene Hanff, sentí (como han sentido miles de lectores en todo el mundo) que el mundo del que habla “84 Charing Cross Road” estaba asombrosamente cerca de mis obsesiones: el paisaje de los sentimientos ocultos, del amor como proyección, de las cosas que no se dicen porque no necesitan decirse, de la soledad como vocación, Helene Hanff y Frank Doel se escribieron cartas durante veinte años y nunca se conocieron. El espectador de esta obra sólo dispone de una hora y media para conocer a esta pareja insólita y fascinante y para vivir con ellos las dos décadas de un romance en el que nunca se pronunciaron las palabras “te quiero”. Mi único deseo es, que a la salida de la representación, el espectador parafraseando a la propia Helene Hanff, se diga: “Yo viví aquello. Yo estuve allí. Yo me emocioné.”

Isabel Coixet



No hay comentarios:

Publicar un comentario