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CRUZAR LA FRONTERA
Como dijo Ryszard Kapuscinski en su libro Viajes con Heródoto, el sentido del viaje es cruzar la frontera. Leer es un viaje interior que nos traslada a otros mundos, a otras culturas a otras almas… y en este conocimiento del otro, de lo diferente, estamos cruzando fronteras, nuestras propias fronteras mentales y emocionales, formadas por prejuicios, tópicos e ideas pre-establecidas que hemos aceptado como válidas sin tan siquiera ponerlas en tela de juicio. Cada libro que leamos nos llevará a una historia diferente, a un nuevo lugar , a unos personajes que aman, sufren, sueñan…con los que quizás nos identificaremos o a los que por estar inmersos en unas circunstancias determinadas entenderemos mejor. En esta posibilidad de ahondar en la psicología del ser humano que nos brinda la lectura, desarrollaremos la capacidad de empatizar, el saber ponerse en el lugar del otro, comprenderlo y amarlo. De esta forma, ensancharemos nuestra mente y nuestro corazón, ampliaremos nuestros horizontes y nos convertiremos en mejores personas.
Pilar Roselló
Como dijo Ryszard Kapuscinski en su libro Viajes con Heródoto, el sentido del viaje es cruzar la frontera. Leer es un viaje interior que nos traslada a otros mundos, a otras culturas a otras almas… y en este conocimiento del otro, de lo diferente, estamos cruzando fronteras, nuestras propias fronteras mentales y emocionales, formadas por prejuicios, tópicos e ideas pre-establecidas que hemos aceptado como válidas sin tan siquiera ponerlas en tela de juicio. Cada libro que leamos nos llevará a una historia diferente, a un nuevo lugar , a unos personajes que aman, sufren, sueñan…con los que quizás nos identificaremos o a los que por estar inmersos en unas circunstancias determinadas entenderemos mejor. En esta posibilidad de ahondar en la psicología del ser humano que nos brinda la lectura, desarrollaremos la capacidad de empatizar, el saber ponerse en el lugar del otro, comprenderlo y amarlo. De esta forma, ensancharemos nuestra mente y nuestro corazón, ampliaremos nuestros horizontes y nos convertiremos en mejores personas.
Pilar Roselló
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NECESIDAD DE LA LECTURA
Por Emilio Lledó
“La lectura, los libros, son el más asombroso principio de libertad y fraternidad. Un horizonte de alegría, de luz reflejada y escudriñadora, nos deja presentir la salvación, la ilustración, frente al trivial espacio de lo ya sabido…”
“Los libros nos dan más, y nos dan otra cosa. En el silencio de la escritura cuyas líneas nos hablan, suena otra voz distinta y renovadora. En las letras de la literatura entra en nosotros un mundo que, sin su compañía, jamás habríamos llegado a descubrir. Uno de los prodigios más asombrosos de la vida humana, de la vida de la cultura, lo constituye esa posibilidad de vivir otros mundos, de sentir otros sentimientos, de pensar otros pensares ….”
“La literatura no es sólo principio y origen de libertad intelectual, sino que ella misma es un universo de idealidad libre, un territorio de la infinita posibilidad. Los libros son puertas que nadie debería cerrarnos jamás, a pesar de todas las censuras. Sólo una censura sería realmente peligrosa: aquella que, inconscientemente nos impusiéramos a nosotros mismos porque hubiéramos perdido, la pasión por entender, la felicidad hacia el saber….”
“Toda verdadera liberación, todo gozo de vivir y de sentir, empieza en nuestra mente. Y esa mente requiere también alimentación y sustento. Las palabras son la sustancia de que la inteligencia se nutre…”.
“Tendríamos que agradecer a todos esos escritores que nos acompañan, en el siempre breve espacio de nuestra vida, el que nos hayan entregado sus palabras que construyen una humana manifestación de eternidad. Una eternidad que no promete otra existencia más alla de las fronteras de cada vida y que en el gozo de leer, en las horas de lectura, nos deja esquivar las paredes del tiempo y acariciar en los silenciosos murmullos de las letras, las espaldas de no sé bien qué especie de inacabada amistad…”
Fragmentos extraídos del prólogo de Una invitación a la lectura, de la colección Clásicos del siglo XX publicados por El País.
Por Emilio Lledó
“La lectura, los libros, son el más asombroso principio de libertad y fraternidad. Un horizonte de alegría, de luz reflejada y escudriñadora, nos deja presentir la salvación, la ilustración, frente al trivial espacio de lo ya sabido…”
“Los libros nos dan más, y nos dan otra cosa. En el silencio de la escritura cuyas líneas nos hablan, suena otra voz distinta y renovadora. En las letras de la literatura entra en nosotros un mundo que, sin su compañía, jamás habríamos llegado a descubrir. Uno de los prodigios más asombrosos de la vida humana, de la vida de la cultura, lo constituye esa posibilidad de vivir otros mundos, de sentir otros sentimientos, de pensar otros pensares ….”
“La literatura no es sólo principio y origen de libertad intelectual, sino que ella misma es un universo de idealidad libre, un territorio de la infinita posibilidad. Los libros son puertas que nadie debería cerrarnos jamás, a pesar de todas las censuras. Sólo una censura sería realmente peligrosa: aquella que, inconscientemente nos impusiéramos a nosotros mismos porque hubiéramos perdido, la pasión por entender, la felicidad hacia el saber….”
“Toda verdadera liberación, todo gozo de vivir y de sentir, empieza en nuestra mente. Y esa mente requiere también alimentación y sustento. Las palabras son la sustancia de que la inteligencia se nutre…”.
“Tendríamos que agradecer a todos esos escritores que nos acompañan, en el siempre breve espacio de nuestra vida, el que nos hayan entregado sus palabras que construyen una humana manifestación de eternidad. Una eternidad que no promete otra existencia más alla de las fronteras de cada vida y que en el gozo de leer, en las horas de lectura, nos deja esquivar las paredes del tiempo y acariciar en los silenciosos murmullos de las letras, las espaldas de no sé bien qué especie de inacabada amistad…”
Fragmentos extraídos del prólogo de Una invitación a la lectura, de la colección Clásicos del siglo XX publicados por El País.
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CAER EN LA CUENTA DE QUE HAY LIBROS
Se puede tener gusto por la lectura o no, pero leer no es una cuestión de gusto o afición, sino una necesidad verdadera, y sólo necesitamos percatarnos de ella. El señor Miguel de Cervantes llamaba a esto caer en la cuenta de que tenemos un ánima o unos adentro; es decir, una vida. Pero ésta es breve y limitada, y queremos más vida, y vivir otras vidas, tener otros pensares y otros sentires, y esto es lo que encontramos en los libros, en los que otro ser humano, y, desde luego, los más altos espíritus de todos los tiempos, nos entregan lo mejor de ellos, admitiéndonos a su conversación.
Los antiguos, cuando se ponían a leer, se vestían sus mejores ropas, porque se sentían en la audiencia de esos grandes que habían escrito, y éstos merecían la ceremonia de respeto que con los grandes del mundo se estilaba, porque aquéllos entregaban el más preciado don, al hacer de quienes leían sus iguales. Pero a nosotros nos lo siguen entregando; y sólo para los libros somos verdaderamente alguien.
Y, tras la lectura, luego, cuando hemos vivido otras vidas, nos hemos instruido , o convivido con la hermosura, u oído confidencias, caemos en la cuenta de que somos más de lo que éramos, y pensamos y sentimos de distinta o más profunda manera, y de que hemos recibido luz para comprendernos, consolación, y alegría y acompañamiento. Así que, entonces, nos hacemos inseparables de los libros.
José Jiménez Lozano / Premio Cervantes 2.002
Se puede tener gusto por la lectura o no, pero leer no es una cuestión de gusto o afición, sino una necesidad verdadera, y sólo necesitamos percatarnos de ella. El señor Miguel de Cervantes llamaba a esto caer en la cuenta de que tenemos un ánima o unos adentro; es decir, una vida. Pero ésta es breve y limitada, y queremos más vida, y vivir otras vidas, tener otros pensares y otros sentires, y esto es lo que encontramos en los libros, en los que otro ser humano, y, desde luego, los más altos espíritus de todos los tiempos, nos entregan lo mejor de ellos, admitiéndonos a su conversación.
Los antiguos, cuando se ponían a leer, se vestían sus mejores ropas, porque se sentían en la audiencia de esos grandes que habían escrito, y éstos merecían la ceremonia de respeto que con los grandes del mundo se estilaba, porque aquéllos entregaban el más preciado don, al hacer de quienes leían sus iguales. Pero a nosotros nos lo siguen entregando; y sólo para los libros somos verdaderamente alguien.
Y, tras la lectura, luego, cuando hemos vivido otras vidas, nos hemos instruido , o convivido con la hermosura, u oído confidencias, caemos en la cuenta de que somos más de lo que éramos, y pensamos y sentimos de distinta o más profunda manera, y de que hemos recibido luz para comprendernos, consolación, y alegría y acompañamiento. Así que, entonces, nos hacemos inseparables de los libros.
José Jiménez Lozano / Premio Cervantes 2.002
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ELOGIO A LA LECTURA
Leer un libro es volver a nacer. Es el camino para apropiarnos de un mundo y de una visión del hombre que, a partir de ese momento, entran a formar parte de nuestro SER. Una lectura disfrutada con riqueza y plenitud, es la conquista más plena que puede hacer un hombre en su vida. Hay una condición esencial que hará que este regalo de los dioses sea para siempre. La lectura debe causarnos placer. Un placer que venga de lo más hondo del alma y que ha de quedarse allí intacto y disponible. Esto nos llevará a otro de los dones que concede la relectura. Así, volver a leer un libro tendrá siempre una condición reveladora y es ésta: a cada lectura el libro se nos va a presentar con un nuevo rostro, con nuevos mensajes, con otros ángulos para percibir el mundo y los seres que lo pueblan. Suele hablarse en estos tiempos de la desaparición del libro por obra de tecnologías aparentemente inevitables. Grave error el pensar así. El libro acompañará al hombre hasta su último día sobre la tierra. Sencillamente porque ha sido la más alta representación de la presencia del hombre en el universo.
Cuidemos el libro, amemos el libro, en el libro se esconden las más secretas claves de nuestro paso por la tierra, el más absoluto testimonio de nuestra esencia como hombres. El libro es el mensajero de un más allá cuyo rostro no acabamos de percibir.
Alvaro Mutis / Premio Cervantes 2.001
ELOGIO A LA LECTURA
Leer un libro es volver a nacer. Es el camino para apropiarnos de un mundo y de una visión del hombre que, a partir de ese momento, entran a formar parte de nuestro SER. Una lectura disfrutada con riqueza y plenitud, es la conquista más plena que puede hacer un hombre en su vida. Hay una condición esencial que hará que este regalo de los dioses sea para siempre. La lectura debe causarnos placer. Un placer que venga de lo más hondo del alma y que ha de quedarse allí intacto y disponible. Esto nos llevará a otro de los dones que concede la relectura. Así, volver a leer un libro tendrá siempre una condición reveladora y es ésta: a cada lectura el libro se nos va a presentar con un nuevo rostro, con nuevos mensajes, con otros ángulos para percibir el mundo y los seres que lo pueblan. Suele hablarse en estos tiempos de la desaparición del libro por obra de tecnologías aparentemente inevitables. Grave error el pensar así. El libro acompañará al hombre hasta su último día sobre la tierra. Sencillamente porque ha sido la más alta representación de la presencia del hombre en el universo.
Cuidemos el libro, amemos el libro, en el libro se esconden las más secretas claves de nuestro paso por la tierra, el más absoluto testimonio de nuestra esencia como hombres. El libro es el mensajero de un más allá cuyo rostro no acabamos de percibir.
Alvaro Mutis / Premio Cervantes 2.001
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