miércoles, 13 de enero de 2010

HERMAN MELVILLE. Bartleby,el escribiente y otros cuentos

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9ª SESIÓN CLUB LECTURA:

HERMAN MELVILLE. Bartleby,el escribiente y otros cuentos

El pasado 14 de diciembre nos reunimos 17 lectores impenitentes para comentar el 9º libro leído en el Club de Lectura y el último del año 2.009: Bartleby, el escribiente y otros cuentos de Herman Melville.

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Destacaremos en primer lugar que se han incorporado tres nuevas compañeras al Club: Margarita, Begoña y Alejandra (Bienvenidas!!!).

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Iniciamos la sesión con la lectura de dos poemas: Uno de Antonio Machado, poeta al que se le han hecho innumerables homenajes durante todo el año por haberse cumplido 70 años de su muerte en Colliure. En nuestro querido Club de Lectura no podíamos terminar el año sin leer algún poema suyo. El otro pertenece a Pedro Sevilla, poeta arcense, nuestro guía de honor en la excursión literaria a Arcos de la Frontera.

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Allá, en las tierras altas,

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, entre plomizos cerros

y manchas de raídos encinares

mi corazón está vagando, en sueños…

¿No ves, Leonor, los álamos del río

con sus ramajes yertos?

Mira el Moncayo azul y blanco, dame

tu mano y paseemos.

Por estos campos de la tierra mía,

bordados de olivares polvorientos,

voy caminando solo,

triste, cansado, pensativo y viejo.

( Antonio Machado. Campos de Castilla)

PERO CONTIGO

A Josefa Sánchez

Sé que fuimos ingenuos al pensar que el deseo era eso,

eterno, inamovible,

que habría de salvarnos de la muerte.

Éramos demasiado jóvenes,

sin pasado y sin sombra, y no sabíamos

que el tiempo hiere siempre en lo más puro,

sea en la delicadeza de una rosa

o en el furioso amor de dos adolescentes.

Sé que fuimos ingenuos pero hoy,

cuando muerte y olvido, otro fuego apagado,

son nuestro porvenir, hoy que sabemos

que ni este amor tranquilo pero intenso

podrá nunca salvarnos,

quiero decirte que aún tu pelo me emociona,

que aún tiemblo algunas veces si me besas

y que ya no me importa morir y que me olviden

si nos olvidan juntos,

si voy a estar contigo, eterno, inamovible, en el olvido.

(Pedro Sevilla. Tierra leve)

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A continuación pasamos a la discusión de Bartleby, el escribiente, relato escrito en el año 1.853 por Herman Melville, el autor de Moby Dick.

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La historia no ha dejado indiferente a nadie. El grupo se mostró dividido en dos: los fascinados por Bartleby y los que se quedaron totalmente fríos tras la lectura, a los que no les gustó ni aportó nada. Incluso alguien “Preferiría no haberlo leído….”

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Bartleby, el personaje más enigmático de la Historia de la Literatura que ha creado un gran número de adeptos, entre ellos el escritor Enrique Vila-Matas, irrumpe en la vida de un abogado neoyorkino, el narrador de la historia escrita en primera persona. Tras trabajar de forma convulsiva durante los primeros días decide dejar de producir y adopta una actitud de resistencia pasiva a todas las órdenes que le da el abogado. Ante cualquier mandato del abogado Bartleby responde. “Preferiría no hacerlo…”

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Algunas personas señalaron la fragilidad del personaje y la ternura que les ha inspirado. Su aspecto pálido, fantasmal de un ser solitario resulta conmovedor. También se destacó que Bartleby encarna el prototipo de persona que incomoda a una sociedad burguesa. Es un ser inadaptado, marginal, como un mendigo o un “ocupa” contemporáneo que sacude las conciencias de las personas que le rodean. En este caso la del abogado que con su vida resuelta y apacible piensa que “la vida más fácil es la mejor” y “rara vez pierde la calma y se indigna por una injusticia…” tiene que actuar ante la progresiva pasividad de Bartleby que se niega a llevar a cabo cualquier acción ordenada por él y más tarde, cuando lo despide, a abandonar el despacho. La resistencia pasiva de Bartleby,( ¿una forma de rebeldía, de protesta, de crítica a la sociedad industrial?) a algunos les ha recordado a Aminatu Haydar, la activista saharaui tan de actualidad en estos días. Sin embargo otros han relacionado la actitud de Bartleby con algo más profundo que nos lleva a una interpretación más metafísica: El “Preferiría no hacerlo” se expresa como sinónimo de “No soy de este mundo, No soy de este mundo…”. Bartleby es el anti-personaje que no tiene ningún interés en permanecer en él.

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En la reunión se ha señalado también la relación de la obra de Melville con el existencialismo, la literatura del absurdo y sobre todo con Kafka y nos ha hecho recordar títulos como “La metamorfosis”, “El proceso” y “El castillo”. El trabajo mecanizado, sin alma, sin creatividad, que esclaviza, crea “hombres- robot”. El trabajo en el “Departamento de Cartas Muertas” de donde venía Batleby antes de trabajar en el despacho del abogado crea “hombres muertos”. En un mundo industrial y deshumanizado en la que el trabajo y la religión son los valores sagrados de una sociedad que se ha construido sobre dos pilares fundamentales: el puritanismo y el mito del “Sueño Americano”, Bartleby pone en cuestión esos valores. Como el ser que “no es de este mundo” y que “no es exigente” está muy lejos de conseguir el Paraíso que todos los emigrantes que salieron de Europa esperaban encontrar en America mediante su trabajo y ambición.

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Volviendo a la relación que se establece entre el abogado y Bartleby algunos han visto un cambio en el comportamiento y en la conciencia del jefe del despacho que se debate entre sentimientos contradictorios: El deber de lo políticamente correcto y la preocupación del “qué dirán” por una parte, y sus sentimientos de culpa y de pena por otra. También se le plantea un dilema: actuar o no actuar. No utiliza la fuerza ni la violencia para sacar al escribiente de la oficina. Al final otros actúan por él y tiene que asumir las consecuencias de sus propias decisiones o indecisiones… Esto nos llevó a la pregunta de ¿Cómo hubiéramos actuado en su lugar? ¿Qué solución hubiéramos adoptado? Como en todas sus obras literarias Herman Melville nos hace reflexionar sobre nuestro propio comportamiento. En sus retratos psicológicos y filosóficos del ser humano nos hace ser más conscientes de nuestros propios defectos y virtudes, nuestras luces y sombras que en definitiva constituyen la condición humana. Todo ello aderezado con pinceladas de humor que, en algunos párrafos, aporta al relato un tono satírico convirtiendo el drama en una tragicomedia como se puede observar en las siguientes frases:

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Tras girar la llave asomaba el rostro fantasmal de Bartleby que en mangas de camisa y llevando un extraño y andrajoso deshabillé le comunicó que estaba muy ocupado (pág 48) “No me imagino a Bartleby cometiendo actos indecentes un domingo por la mañana”, piensa el abogado de él.

“¿Le gustaría acompañar a cualquier joven caballero a Europa y distraerlo con su conversación?” (pág 76) (le sugiere el abogado al personaje más silencioso de la Historia de la Literatura).

Para terminar, tras la discusión sobre Bartleby, seguimos con el comentario de los cuentos del libro. Siguiendo con su línea de retratar psicológicamente al ser humano y reflexionar sobre su naturaleza, en todos los relatos encontramos una moraleja. En el “El Campanario” se retrata el comportamiento ególatra de un arquitecto que se cree un Dios y acaba destruido por su afán de grandeza y por su propia obra. En “El violinista”, nos encontramos con dos personajes contrapuestos. Uno es humilde, alegre y feliz a quien no le interesa el éxito social. El otro, un poeta ambicioso, frustrado y amargado, recibe una lección de Inteligencia Emocional. En “El Pararrayos” el miedo es el sentimiento con el que juega el vendedor para manipular al comprador, quien a su vez se escuda en él (en un “supuesto mercado del miedo”) y utilizando una doble moral rechaza la compra.

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